La menstruación está directamente relacionada con la dignidad humana. Cuando las personas no pueden acceder a instalaciones de baño seguras y medios seguros y eficaces de manejo de la higiene menstrual, no pueden manejar su menstruación con dignidad. (Unfpa, 2022).  

La desigualdad de género, la pobreza extrema, las crisis humanitarias y las tradiciones nocivas pueden tornar la menstruación en una etapa de estigma y privaciones, que puede socavar su disfrute de los derechos humanos fundamentales. (Unfpa, 2022).  

Se trata de una realidad que viven muchas mujeres, niñas, hombres transgénero y personas no binarias que menstrúan (personas menstruantes). 

Las personas menstruantes pueden sufrir consecuencias negativas para la salud cuando carecen de suministros y servicios para su salud menstrual. Además, el estigma de la menstruación impide el acceso a tratamiento de trastornos o dolor relacionados con la menstruación. 

La falta de un lugar seguro para manejar la higiene menstrual y la falta de medicamentos para tratar el dolor relacionado con la menstruación, pueden contribuir a elevar las tasas de ausentismo escolar. 

Lo anteriormente detallado afecta limita, además, las oportunidades de empleo para mujeres, niñas y otras personas menstruantes. Pueden abstenerse de realizar ciertos trabajos, o ser obligadas a renunciar a horas de trabajo y salarios. Quienes menstrúan pueden enfrentar discriminación en el lugar de trabajo relacionada con tabúes en torno a la menstruación. 

Los estigmas relacionados con la menstruación pueden reforzar las prácticas discriminatorias. Los obstáculos relacionados con la menstruación en la escuela, el trabajo, los servicios de salud y las actividades públicas también perpetúan las desigualdades de género. 

La evidencia señala que los prestadores de salud prestan poca atención a la higiene menstrual y a cómo la menstruación afecta las percepciones y la vida reproductiva y sexual de las mujeres respecto a la fecundidad, maternidad, así como las concepciones, prácticas y actitudes que se tengan sobre ella puede afectar la participación de las mujeres durante la menstruación. Por otra parte, las creencias culturales pueden generar experiencias no gratificantes en torno a la menstruación que define la manera en que se pensarán, vivirán y sentirán sus propios cuerpos y sexualidad lo que las expone a prácticas riesgosas y las coloca en situaciones de vulnerabilidad. De ahí que esta debe ser integrada en los programas que existen alrededor de la salud sexual y reproductiva y a la Educación Sexual Integral.